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Easter: Entre el Conejo, la Milpa y la Mesa que Nos Une


Beautiful decorated Easter eggs on yellow background, flat lay
Una reflexión sobre tradición, tierra y espiritualidad compartida en un día de reencuentro y armonía

El Domingo de Pascua en Estados Unidos es una celebración marcada por huevos de colores, brunches familiares y la imagen del Easter Bunny repartiendo dulces. Pero bajo esa apariencia de ligereza festiva, se encuentra una historia más compleja: una festividad que mezcla raíces religiosas, transformaciones culturales y nuevas búsquedas de significado.


Para las comunidades latinas —especialmente mexicanas— que han hecho de Estados Unidos su hogar, la Pascua se convierte en un cruce de caminos entre costumbres heredadas y nuevas formas de celebrar.



La Pascua en Estados Unidos: espiritualidad y consumo


En su origen, la Pascua cristiana celebra la resurrección de Jesús y la promesa de vida eterna. En la cultura estadounidense, esa solemnidad convive con expresiones más comerciales: huevos de chocolate, canastas decoradas, cacerías infantiles y menús de brunch donde brillan el jamón glaseado, los hot cross buns o el carrot cake. En muchas casas, la misa dominical va seguida de un picnic en el jardín y sesiones de fotos con niños disfrazados de conejos.


Esta visión del Easter, profundamente influenciada por tradiciones anglosajonas y protestantes, también ha evolucionado en contacto con otras culturas. Hoy, en ciudades como Los Ángeles, San Antonio o Chicago, la Pascua no es solo un evento religioso, sino también una oportunidad para las familias migrantes de tejer nuevos rituales, incorporar sabores propios y resignificar la festividad desde la raíz.



El eco de la Pascua en México: entre la fe y la tierra


Mientras en Estados Unidos la Pascua tiende a mirar hacia el cielo y la infancia, en México la Semana Santa está profundamente conectada con la tierra, con el trabajo agrícola y con los ciclos de la milpa. En muchas comunidades rurales, la Pascua es tiempo de agradecimiento a la tierra por la siembra, de ayuno simbólico y de cocina ancestral. Aquí no hay conejos de chocolate, pero sí hay mole con romeritos, tortitas de camarón con nopales y capirotada —platillos donde el maíz, los quelites y los frutos secos actúan como símbolos vivos de memoria y resistencia.


La milpa —ese sistema agrícola indígena basado en el cultivo intercalado de maíz, frijol, calabaza, chile y quelites— no solo alimenta, también conecta. Nos recuerda que la comida es territorio, que cocinar es un acto de identidad, y que celebrar es también cuidar lo que nos sostiene. La Pascua mexicana, aunque impregnada de cristianismo, es también un tiempo para honrar esa milpa, sus frutos y su sabiduría.



Un punto de encuentro: migración, cocina y resignificación


Para muchas familias mexicanas en Estados Unidos, la Pascua es una fusión inevitable. Se hornea pan de zanahoria junto con tortillas de maíz. Se esconden huevos plásticos en jardines donde también crecen tomatillos. Se sirve mole al lado de espinacas al ajillo. El brunch se transforma, así, en un espacio donde convergen dos mundos: el de la celebración anglosajona y el de la cocina de la abuela.


En estos nuevos rituales híbridos, la milpa migra simbólicamente. Se transforma en jardines comunitarios, mercados latinos, recetas adaptadas al paladar del norte. La espiritualidad cristiana encuentra eco en prácticas como sembrar, compartir alimentos y honrar a los antepasados. Incluso el símbolo del huevo, tan central en el Easter estadounidense, puede resignificarse como el ciclo de la semilla, de la fertilidad, del renacer agrícola.



La Pascua como territorio cultural compartido


Hablar de Pascua hoy es hablar también de diáspora, de identidad fluida, de cocinas que se mezclan. En Estados Unidos, el Easter deja de ser una tradición estrictamente religiosa o comercial, y se convierte —para muchos— en un escenario de diálogo entre culturas. No es coincidencia que tantos chefs latinos hoy exploren platillos que toman lo mejor de ambas orillas: un burrito de desayuno con salsa de romeritos, una quiche con calabacitas y epazote, una capirotada reinterpretada con pan brioche.


La tradición de la milpa, aunque aparentemente ajena al contexto urbano estadounidense, sigue viva en cada familia que guarda semillas, que cocina desde la raíz, que honra la mesa como un altar. La Pascua, entonces, se vuelve más que una fecha: se vuelve una conversación entre el pasado y el presente, entre la tierra y lo espiritual, entre lo que fuimos y lo que estamos creando.

La Pascua como territorio cultural compartido

1. Tacos de Quelites con Queso Fresco

Inspiración: Los quelites (como verdolagas o quintoniles) han sido parte esencial de la milpa desde tiempos prehispánicos.

Ingredientes:

  • 2 tazas de quelites (verdolagas, pápalo o quintonil)

  • 1 diente de ajo

  • 2 cucharadas de cebolla picada

  • 1 cucharada de aceite

  • Sal al gusto

  • 4 tortillas de maíz

  • Queso fresco desmoronado

Preparación rápida: Saltea el ajo y la cebolla en aceite hasta que se acitrone. Agrega los quelites y saltea por 3 a 5 minutos hasta que estén tiernos. Sazona con sal. Sirve en tortillas calientes y espolvorea con queso fresco.

Tip de Chef Yerika: Añade unas gotas de limón y una salsa verde cruda para resaltar su sabor herbal.

2. Ensalada de Nopales con Semillas de Calabaza

Inspiración: Platillo de cuaresma fresco y simbólico, con productos esenciales de la milpa: nopal, chile y pepita.

Ingredientes:

  • 1 taza de nopales cocidos y escurridos

  • 1 jitomate en cubos

  • 1/4 de cebolla morada en tiras finas

  • 2 cucharadas de pepitas tostadas

  • 1 cucharada de aceite de oliva

  • 1 cucharada de jugo de limón

  • Sal al gusto

Preparación rápida: Mezcla los nopales con jitomate, cebolla, pepitas, aceite y limón. Sazona con sal y sirve fría.

Tip de Chef Yerika: Si deseas, añade unas rebanadas de aguacate o un poco de chile serrano fresco.

3. Pan de Capirotada Exprés

Inspiración: Un guiño a la tradicional capirotada, pero en versión rápida para quienes celebran en casa sin mucho tiempo.

Ingredientes:

  • 4 rebanadas de pan bolillo duro o pan de caja

  • 1 taza de leche vegetal o regular

  • 2 cucharadas de piloncillo rallado o azúcar mascabado

  • 1 cucharadita de canela en polvo

  • 2 cucharadas de pasitas

  • 1 cucharada de nuez picada

  • 1 cucharada de mantequilla

Preparación rápida: Derrite la mantequilla en sartén, tuesta ligeramente el pan. Aparte, calienta la leche con el piloncillo y la canela hasta que se disuelva. Vierte sobre el pan en una cazuela o sartén, agrega las pasas y nueces por encima. Cocina a fuego bajo 5 minutos hasta que se absorba.

Tip de Chef Yerika: Puedes hornearlo 10 minutos a 180°C para darle un acabado crujiente.


Pascua es renacimiento. Pero también es reencuentro. Entre campos de maíz y jardines suburbanos, entre la cruz y la semilla, entre el mole y el pastel de zanahoria, se construye una nueva tradición. Una tradición que no borra la anterior, sino que la expande, la resignifica y la comparte.


Porque en tiempos de migración, la memoria también se celebra en la cocina.


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